jueves, 14 de abril de 2011

Salomé

Mario Nunes Vais


“SALOMÉ. –¡Ah! Tú no me dejaste besar tu boca, Juan. ¡Bien! Ahora la beso. La morderé con mis dientes como se muerde la fruta madura. Sí, besaré tu boca, Juan. Lo dije. ¿No lo dije? Lo dije. ¡Ah! La besaré ahora... ¿Pero por qué no me miras, Juan? Tus ojos, que eran tan terribles, tan un llenos de ira y desprecio, están cerrados ahora. ¿Por qué están cerrados? ¡Abre los ojos! ¡Levanta los párpados, Juan! ¿Por qué no me miras? ¿Me temes, Juan, que no deseas mirarme... ? Y tu lengua, que era como una serpiente roja que lanzaba veneno, ya no se mueve, nada dice ahora, Juan, esta víbora escarlata que escupió su veneno sobre mí. Es extraño, ¿no? ¿Cómo es que la víbora roja no se agita más... ? Tú no quisiste nada de mí, Juan. Tú me rechazaste. Pronunciaste terribles palabras contra mí. ¡Me trataste como a una ramera, como a una mujerzuela, a mí, a Salomé, hija de Herodías, princesa de Judea! ¡Bien, Juan, yo aún vivo, pero tú, tú estás muerto, y tu cabeza me pertenece! Puedo hacer con ella lo que desee. Puedo arrojarla a los perros y a los pájaros del aire. Lo que dejen los perros lo devorarán los pájaros del aire... Ah, Juan, Juan, tú fuiste el único hombre que he amado. Todos los otros hombres son odiosos para mí. ¡Pero tú, tú eras hermoso! Tu cuerpo era una columna de marfil colocada sobre una base de plata. Era un jardín lleno de palomas y de lirios plateados. Era una torre de plata adornada con escudos de marfil. No había nada en el mundo tan blanco como tu cuerpo. No había nada en el mundo tan negro como tu pelo. En todo el mundo no había nada tan rojo como tu boca. Tu voz era un incensario que exhalaba extraños perfumes, y cuando te miré oí una extraña música ¡Ah! ¿Por qué no me miraste, Juan? Detrás de tus manos y tus maldiciones ocultaste tu rostro. Pusiste sobre tus ojos la cubierta de aquel que quiere ver a su Dios. Bien, tú has visto a tu Dios, Juan, pero a mí, a mí, tú nunca me viste. Si me hubieras visto, me hubieses amado. Yo, yo te vi, Juan, y te amé. ¡Oh, cómo te amé! Te amo aún, Juan, te amo, sólo que... estoy sedienta de tu belleza; tengo hambre de tu cuerpo; y ni el vino ni la fruta pueden satisfacer mi deseo. ¿Qué haré ahora, Juan? Ni las avenidas ni las grandes aguas pueden saciar mi pasión. Era una princesa, y tú me despreciaste. Era una virgen, y tú me quitaste mi virginidad. Era casta, y tú llenaste de fuego mis venas... ¡Ah! ¡Ah! ¿Por qué no me miraste, Juan? Sí me hubieras mirado me hubieses amado. Sé que me hubieses amado, y el misterio del amor es más grande que el misterio de la muerte. Sólo al amor se debería considerar.”

1 comentario:

  1. me encantó.
    mirá esto:
    http://www.youtube.com/watch?v=uEUhGRe53dY
    http://www.youtube.com/watch?v=yS_Z68XpB-o

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